1939, Brooklyn, Nueva York, EEUU.
Vive y trabaja en Albuquerque, Nuevo México, EEUU.
Joel-Peter Witkin es uno de los fotógrafos más destacados de nuestro tiempo, célebre por sus obras provocativas y polémicas en torno a la muerte, la religión, el mito y la alegoría.
Nació el 13 de septiembre de 1939 en Brooklyn, Nueva York, hijo de padre judío ortodoxo y madre católica. Sus padres se divorciaron cuando era pequeño debido a sus irreconciliables diferencias religiosas. Tiene un hermano gemelo, Jerome Witkin, conocido pintor.
La madre educó a Joel-Peter y su hermano en un ambiente profundamente religioso.
Empezó sus estudios en la escuela primaria de Santa Cecilia en Brooklyn y luego en el Grover Cleveland High School.
Compró su primera cámara a mediados de la década de 50 y aprendió a usarla de manera autodidacta. Sus primeras fotografías eran ya bastante inusuales, representando las muchas experiencias inquietantes de su infancia. La primera retrata un rabino que dijo haber hablado con Dios. Más tarde y a petición de su hermano, fotografió el “freak show” de Coney Island. Jerome quería las fotografías para sus singulares pinturas.
Joel-Peter Witkin fue reclutado por el ejército en 1961. Para poder tener algún control sobre su misión, se alistó en el ejército durante tres años como fotógrafo de combate. Sus tareas incluían grabar los cuerpos de los soldados que se habían suicidado o fallecido en accidentes de entrenamiento.
En 1967 decidió trabajar como fotógrafo freelance y se convirtió en el fotógrafo oficial del City Walls Inc. Después del servicio militar estudió la carrera de Bellas Artes en la Cooper Union School of Art de Nueva York, finalizando la licenciatura en 1974. Al mismo tiempo, la Universidad de Columbia le otorgó una beca en Poesía. Completó sus estudios de posgrado en Fotografía y Historia del Arte en la Universidad de Nuevo México (Albuquerque), terminando el posgrado en Bellas Artes en 1976 y el máster en 1981.
Joel-Peter Witkin afirma que su peculiar mirada y sensibilidad nacen a raíz de un episodio que presenció cuando era tan solo un niño pequeño: un accidente de tráfico que tuvo lugar frente a su casa, en el que resultó decapitada una niña.
"Sucedió un domingo, cuando mi madre nos acompañaba a mi hermano y a mi, bajando la escalera del edificio donde vivíamos. Íbamos a la iglesia. Mientras caminábamos por el pasillo hasta la entrada, escuchamos un estruendo increíble, mezclado con gritos y pedidos de auxilio. El accidente involucró a tres coches con tres familias. De alguna manera, en medio de la confusión, yo ya no estaba agarrando la mano de mi madre. Desde la acera, pude ver algo rodando de uno de los coches volcados. Se detuvo donde yo estaba. Era la cabeza de una niña. Me agaché para tocarle la cara, hablar con ella, pero antes de que pudiera tocarla alguien me alejó de allí."