Inauguración: 4 de octubre de 2007, a las 20:00h, con la presencia del artista.
Humberto Rivas nació en Buenos Aires en 1937. Hijo de obreros y sin vínculos con la fotografía, a los 14 ya trabajaba en un taller textil. Sin embargo con 17 se acerca a la pintura (obra que destruiría años más tarde, en el 68) ingresando como socio de bellas artes. Allí se produce un contacto con la fotografía que se fortalece en 1958 a través de su trabajo para una agencia de publicidad y posteriormente con sus estudios de cine o como fotógrafo para el centro de investigación arte y tecnología del municipio de BSAS.
Cuando en 1976 Rivas llega a Barcelona desde Argentina (donde se vivía ya un ambiente violento de dictadura militar) empieza a relacionarse con fotógrafos como Formiguera, Esclusa o Fontcuberta, convirtiéndose en un referente para todos ellos y para las generaciones actuales.
En la obra de Humberto Rivas hay dos grandes pasiones, dos géneros que cultiva desde el enigma, el silencio y la soledad: el retrato y el paisaje.
Con referentes como Alfred Stieglitz, Richard Avedon o Cartier-Bresson, sus fotografias juegan con una aparente sencillez desnuda, con una percepción de seres, entornos, caminos y arquitecturas despojadas de miradas ajenas, dejando que hablen por ellas mismas. Su obra reitera de manera constante el tema de los lugares abandonados, de las calles desiertas… todo ello con un clima característico de silencio que viene impuesto por el paso del tiempo, por las guerras, por la fuerza que cobran los espacios vacíos, o deshabitados, así como las puertas cerradas o paredes desnudas.
En la exposición de Michel Soskine veremos varias arquitecturas relacionadas con la guerra civil española, dotadas de una inmensa tristeza y quietud y repletas de ruinas y rastros bélicos. En todas ellas a Rivas le importa en gran medida qué dice o transmite la imagen.
Sus retratos son siempre sobrios, sencillos e intensos, retratos en los que la identidad sexual, la falta de ella o la androginia son fundamentales, así como el hacer prevalecer siempre el planteamiento del fotógrafo, nunca del retratado (él hace un símil especificando que entre fotógrafo y retratado, la guerra tiene que ganarla el primero pues el retratado asume un rol en forma de pose que pocas veces tiene que ver con su interior).
Premio Nacional de Fotografía en 1997, sus grises, sus potentes negros con sus sombras vacías o sus paredes limpias provocan emociones desde la quietud, la calma y el silencio, mostrando la realidad de una manera directa con formas puras, muy lejos de las manipulaciones fotográficas y cercano a la contemplación.